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Cuando reflexionamos sobre la jornada laboral en el Perú, resulta evidente que la salud de las personas trabajadoras enfrenta desafíos importantes. Las cifras más recientes del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), correspondientes a diciembre de 2023, evidencian una situación que merece atención: se reportaron 2,744 notificaciones relacionadas con accidentes laborales, incidentes peligrosos y enfermedades ocupacionales. De ese total, un 95.99 % correspondió a accidentes no mortales; sin embargo, un 2.19 % tuvo consecuencias fatales. A esto se suman un 1.17 % de incidentes que pudieron haber tenido resultados graves y un 0.66 % relacionados con enfermedades ocupacionales.

Estas cifras reflejan con claridad la necesidad de implementar medidas más efectivas para el cuidado de la salud en los espacios laborales.

El meollo del asunto: ¿Por qué ocurre esto? El sedentarismo y los males de oficina

Uno de los factores principales aunque muchas veces pasa desapercibido es el sedentarismo. Permanecer sentados durante horas frente a una pantalla se ha convertido en una práctica habitual en muchos entornos laborales. Esta falta de movimiento puede generar consecuencias como dolores de espalda, contracturas musculares y una disminución en el rendimiento laboral. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que en el Perú el 60 % de la población no realiza actividad física suficiente, y gran parte de esta inactividad se produce durante el horario de trabajo.

Una luz de esperanza: ¡A moverse con las pausas activas!

En este contexto, las pausas activas se presentan como una estrategia eficaz. ¿Qué son exactamente? Se trata de breves espacios durante la jornada laboral en los que los equipos pueden realizar ejercicios sencillos y guiados. Estos pequeños movimientos contribuyen a mejorar la circulación, reducir el estrés y favorecer la concentración. En consecuencia, se logra un ambiente laboral más productivo, y, sobre todo, más saludable y satisfactorio para el personal.

Lo más destacado es que la implementación de estas pausas no requiere infraestructura costosa ni un gimnasio especializado. Pueden adaptarse con facilidad a casi cualquier oficina o puesto de trabajo. Más allá del ejercicio en sí, promover estas pausas ayuda a construir una cultura organizacional en la que el bienestar del equipo se vuelve una prioridad real y constante.

Algunas recomendaciones para fomentar el cuidado en el entorno laboral:

  1. Implementar programas de pausas activas estructurados: No basta con invitar al personal a estirarse de vez en cuando. Es fundamental diseñar e implementar rutinas con ejercicios simples, seguros y efectivos que se integren de forma natural a la jornada laboral.
  2. Capacitar y sensibilizar al equipo: Es crucial que todas las personas comprendan los beneficios de estas prácticas y, sobre todo, aprendan a ejecutarlas correctamente. Para ello, se pueden organizar charlas informativas o talleres prácticos.
  3. Crear un entorno que promueva el bienestar integral: Esto va más allá de las pausas activas. Implica promover prácticas saludables en general: desde disponer de sillas ergonómicas hasta fomentar una alimentación equilibrada y estimular la actividad física, incluso fuera del horario de trabajo.
  4. Realizar seguimiento y ajustes continuos: Es importante monitorear la implementación de las pausas activas, evaluar su acogida por parte del equipo y analizar su impacto en la salud y el clima laboral. Este seguimiento permite hacer ajustes y asegurar que la estrategia sea realmente efectiva.

Conclusión

Cuidar la salud de las personas en el entorno laboral implica mucho más que simplemente promover pausas activas. Se trata de un compromiso institucional por crear espacios de trabajo saludables, donde las personas puedan desarrollarse profesionalmente y sentirse bien a largo plazo.

Cuando las organizaciones apuestan por estas prácticas, no solo mejoran la calidad de vida de su personal, sino que también incrementan su productividad y fortalecen su posición en un mercado cada vez más competitivo.